Disfruta Más y Publica Menos

Las Redes sociales inundan nuestra vida: Facebook, instagram, whatsapp, telegram, youtube, twitter… y el sin fin de redes que existen; es bien sabido que ellas nos proporcionan valiosa información como tutoriales, recetas o conexiones a nivel profesional; para los que somos de los 90’s (nací a finales de los 80’s pero mi infancia transcurrió en la década de los 90’s) se nos hizo fácil adaptarnos a esta nueva plataforma de comunicación y conexiones, pero he visto como las generaciones del 2000 en adelante se han vuelto dependientes de las redes olvidándose por completo de la vida real y de lo que está sucediendo en este momento, me cuesta un poco entender (quizás sea algo generacional) pues para mí las rede sociales son parte de los avances tecnológicos y es maravilloso poder compartir información o simplemente conversar con alguien que se encuentra al otro lado del mundo, pero no son el centro y eje de mi vida diaria.

Sin embargo veo cada día, que más personas dejan de disfrutar lo que está pasando en sus vidas solo por capturar el momento, para compartirlo en redes con la finalidad de obtener “me gusta” y olvidan el sentir de las emociones; hace unos días fui a la graduación de bachiller de mi prima, estaba muy emocionado, puesto de las fiestas de graduación a mí me gustan mucho, me gusta celebrar los logros de otras personas, porque también me gusta que celebren conmigo los míos, por supuesto que uno se toma las respectivas fotografías para guardar el esperado momento, la ropa que llevábamos, el peinado, todo para conservar el recuerdo y luego reírnos pues como todo es parte del disfrute… pero para mi sorpresa veo que ninguno de los compañeros de mi prima se desata a disfrutar del momento, a vivir lo que a la tierna edad de 16 años se puede sentir: euforia, emoción, excitación… en cambio están muy elegantemente parados, leve movimiento al ritmo de la música de moda y preparados para cuando digan !foto¡; pensé que quizás era cuestión de tiempo, quizás es muy temprano y la fiesta aún no estaba en su punto más alto, pronto llegaría el desenfreno y la popular “hora loca”, pero pasadas 4 horas a las 3 am la historia seguía la misma incluso las chicas conservaban el maquillaje y cabello intacto… inmediatamente me hice la pregunta ¿disfrutarían de su fiesta? Porque en lo personal yo no la disfruté, recuerdo cuando yo me gradué, entiendo que las cosas cambian de generación en generación, pero la juventud sigue siendo igual: soltarse, locuras, espontaneidad y hacer las cosas sin pensarlo mucho, son parte del recuerdo que nos queda del momento, en cambio, estos muchachos perdieron una oportunidad única en la vida, pues quizás sea la última vez que se ven y el último recuerdo que tendrán de sus compañeros fue una actuación para parecer geniales, maduros y hermosos, por supuesto eso no hay que olvidarlo.

En mi época no existían los teléfonos con cámara y el auge de las redes sociales era menor, así que nuestra preocupación más grande era ¡pasarla bien! No importaba con lucíamos a las 2 o 3 de la mañana realmente se trataba de vivir el momento y no capturarlo, por supuesto que los recuerdos son fabuloso porque nos transportan a ese momento y tener una fotografía del lugar y las personas que en ese momento nos acompañaban no tiene valor, pero es realmente el sentir las emociones lo que hace que la foto o vídeo tenga ese valor sentimental que tanto apreciamos; de hecho hice el experimento conmigo y busque el video de la fiesta de 15 años de la misma prima que se graduaba, pues grabé todo su vals y su baile sorpresa, pero el que resulto sorprendido fui yo mismo, al descubrir que el único recuerdo que tengo fue el de estar pendiente de grabar cada momento y no de vivir ese instante tan maravilloso, me sentí tan triste de no poseer la memoria, a pesar de estar allí, de verla bailar y de sentir la música. Le puede suceder a cualquiera, dejar de disfrutar para capturar el momento y que los demás vean como “disfrutamos” cuando en realidad no es así, es solo una farsa; de eso están llenas las redes sociales, de momentos fingidos, de emociones vacías, no digo que sean todas, pero en cierto grado todos sabemos que lo hemos hecho, hemos dejado escapar las emociones por solo lucir bien para una foto.

Esto es algo que nos afecta a todos incluyéndome y es algo en lo que quiero y deseo trabajar para mejorar, no se trata de dejar las rede sociales a un lado o no prestarle atención al teléfono, se trata de vivir las sensaciones que tenemos al ir a un concierto a ver a un artista, de ir al cine a ver una película, de ir a bailar en una fiesta o simplemente reunirte con amigos a tomar algo hasta caer dormido; eso es lo que cuenta, los recuerdos son importantes, claro está, pero son vacíos cuando no hay una emoción atadas a el recuerdo, las emociones nos hacen sentir vivos y estar vivos es el milagro más grande que existe; el pasado es historia, el futuro no existe y lo único que tenemos es el presente, sé que suena trillado y lo es, pero es una verdad universal.

No esperemos a que falte alguien en la familia, entre tus amigos o que las circunstancias nos distancien, empecemos a disfrutar de los momentos, de las emociones, tomemos una, dos o hasta tres fotografías, las publicamos al día siguiente, no hay prisa ¿Quién dice que tenemos que subirla de inmediato?, aprovechemos los momentos para conversar, para hacer conexiones, para expresar ideas, para perdonar o para reírnos, no tenemos la necesidad de publicar todo lo que hacemos, con quien estamos o que comemos en este preciso instante, debemos tratar de controlar la presión de instagram stories, snapchat o  Facebook stories por incitarnos a compartir nuestra vida con extremada inmediatez, estas plataformas son muy buenas para algunas cosas, para publicidad, para presenciar eventos en lugares a largas distancias, para compartir experiencias… pero no podemos medir la vida por la cantidad de vistas que tuvo una historia o por la cantidad de me gustas de una publicación.

Mi intención no es volver a la edad de piedra y tampoco retroceder el tiempo, pero si me gustaría enseñarles a las nuevas generaciones (y las no tan nuevas también) que la vida no es para lucir bien en una foto, no es para ser perfectos en instagram, no es para sentir que somos mejor que otros, es solo para  disfrutarla, deberíamos llevar esta premisa como bandera el resto del tiempo que estemos en la tierra porque no importa si somos jóvenes, adultos de los 80’s, 90’s o 2000 la vida se mide por cuan felices somos y no por la cantidad de seguidores.

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